El sueño de abrir un restaurante fue el motor para crear este espacio muy original. En 1991, su propietario, amante de las ensaladas y la comida saludable quiso ofrecer, en un pequeño local del norte de la ciudad, un lugar donde se pudiera tomar una sopa calientica al estilo de casa, en el almuerzo o la cena. Que el jugo de fruta fuera una realidad puesta sobre la mesa, con verdadero color y sabor. Que las ensaladas llegaran a los paladares de todas las personas y se quedaran en el corazón y la mente de quienes las saborearan. La gran afluencia de clientes motivó, al poco tiempo, la ampliación del espacio para evitar la espera en las afueras del restaurante. Así, en un ambiente descomplicado se mantuvo la innovación de la cocina abierta, como desde el inicio, para que todos pudieran estar cerca de los vegetales, las frutas, la preparación al instante, la creatividad y el trabajo conjunto y en equipo de quienes laboran en este lugar.

A lo anterior se le suma la presencia de su propietario quien, al frente del lugar, ha inspirado el trabajo amable, organizado, sincronizado, ágil y esmerado que reconoce al cliente como un invitado importante.

Las porciones generosas de lasagna, de ensaladas con variedad de vegetales, acompañados con pollo, jamón, atún, huevo, frutos secos, entre otros, y aderezadas con vinagreta y diversas salsas, el pan recién horneado, los jugos preparados con frutas frescas, los platos de sopa humeante y el delicioso pie de manzana para toda la familia, son parte de este lugar que en manos de quienes atienden siempre ha buscado hacer del servicio una razón de su trabajo.
Desde el inicio se impuso una decoración minimalista para darle énfasis al colorido de la comida que se sirve y a la cocina que se muestra a los visitantes en su esplendor. El movimiento ágil y rápido de quienes atienden hace parte determinante del lugar donde finalmente se evoca lo natural, lo saludable y lo auténtico.